Existe un cuento de niños llamado «Como mola tu escoba», en la que la protagonista, la bruja, trata de brindar cobijo a varios personajes de la historia. El problema es que entre los personajes no se soportaban. Por ello hay momentos un poco incómodos en el cuento (en la versión película se ve bastante bien). Al final, por el cariño y el agradecimiento que tenían todos a la bruja, deciden apoyarse entre ellos y salen juntos de un buen problema (happy ending) y terminan volando con la bruja.
¿Pero esto no va a ser una entrada de personas mayores? Sí, ahí voy. Paciencia. El caso es que el adulto mayor puede tener muchos problemas, problemas que le pueden hacer mucho daño y que además son muy frecuentes. A estos problemas los geriatras llamamos síndromes geriátricos. Los trastornos del humor como la depresión y la ansiedad son uno de ellos.
La depresión es muy frecuente en el adulto mayor (y no, no es normal al hacerse mayor). Además, puede generar otros problemas como dolor, pocas ganas de comer, sedentarismo extremo, etc. Estos síntomas pueden convertirse en una gran bola de nieve y llegar a ser tan grande que termina siendo bastante perjudicial en los mayores.
La depresión puede tener muchos factores de riesgo, es decir, factores que favorecen a su aparición. Pueden haber factores en la niñez (quedarse huérfano muy tempranamente, el maltrato), en la edad adulta (el estrés), y así hasta la edad adulta (la soledad). De todos los factores que pueden haber por el camino, la rumiación es uno de los problemas más importantes, de hecho es el más importante en esta franja de edad. Se llama así: rumiación. Darle vueltas y vueltas a un hecho (el otro día me dijo esto, el otro día me dijo esto, el otro día me dijo esto…) o a un pensamiento (la vida es injusta, la vida es injusta, la vida es injusta…).
Imaginaros a los personajes del cuento teniendo un problema y en lugar de apoyarse entre ellos, se hubiesen dedicado a encararse el pasado. El final no hubiese habido un final feliz. Lo mismo pasa a veces en el día a día. Hay días blancos (casi nunca), negros (casi nunca), y la gran mayoría de veces: días grises en diferentes tonalidades. Y entre esos días entramos y salimos. A veces estamos acertados, a veces no. Tenemos periodos muy buenos, pero también, periodos que nos gustaría borrar con un borrador. Pero no se puede, y la vida sigue. Entre medias palabras, hechos, decisiones, etc. Entre medias, a veces, nos enojamos, nos encaramos, cortamos vínculos, y viene el adiós. No es lo más frecuente pero sucede.
No sólo es la teoría. En la consulta lo he visto dos veces. Personas que sólo iban de la casa a la compra y una al gimnasio sin vínculos de ningún tipo. «Mi familia me ha hecho mucho daño», «yo no era la favorita de mi madre» era lo que me argumentaban. Hay personas solas por alguna circunstancia, pero hay personas que deciden estarlo. Imaginaros vivir así por décadas. Yo lo he visto. Pasa.
No digo que vivamos con personas tóxicas, pero puede que un hecho, un periodo o una palabra no defina a toda una vida. No defina a todo un ser humano. No defina a toda una relación. No defina a todo un familiar o a una familia.
Hemos pasado un año muy intenso y por eso quiero recomendar algunas cosas:
- En tu hogar: trata de perdonar, llama, habla. No le des vueltas de más a cosas que no son importantes.
- Con tus amigos: queda con ellos, aunque sea por teléfono.
- En tu vecindad: acompaña al mayor que está sólo.
- Si eres madre/padre: enseña a tus hijos a perdonar y a quitar hierro a las cosas que no son trascendentales (lo que enseñes hoy a tu hijo le servirá cuando sea mayor. Sí, tu hijo será mayor).
Y feliz Navidad.