Hace unos años comencé a ver en la consulta a Carlos y a su madre. Le he cambiado el nombre. Pero digamos que se llama Carlos. Hace años también les pedí permiso para contar esta historia que me parece muy bonita… pero no escribía mucho en ese entonces. La historia se llama «Ejemplo de prescripción inadecuada secundaria a un antidepresivo». Te dejo un vídeo explicativo y un resumen de las primeras consultas.
La madre de Carlos es una artista completa, es una mujer fascinante.
- Cantaba,
- componía,
- actuaba,
- pintaba
- y exponía en galerías.
- Es una persona muy conocida. Cuando voy a su casa es imposible que no me quede maravillada por su obra. Cada rincón tiene un pedazo de ella. Nunca dejaré de admirar su obra.
La veo cada mes, y además, a veces veo a sus hijos por separado. Nos llevamos bien, son muchos años ya.
Cuando les conocí, una de sus hijas me dijo que ponía todas sus esperanzas en mí. No entendía muy bien, pero al conocer a Carlos, lo entendí todo perfectamente. Ellos, llevaban 5 años buscando una cura para su madre. Habían ido a muchos médicos y otros terapeutas. Habían probado medicamentos y otras sustancias. Estaban cansados, muy cansados.
Me contaron la vida de ella, era fascinante. Los problemas en la niñez que había tenido (la guerra), cómo había sacado a su familia adelante. Cómo había afrontado ver enfermar y ver partir a sus hijos. No lo había superado, pero nunca se le había notado mucho… hasta que comenzó la Enfermedad de Alzheimer. Ella tenia una enfermedad muy avanzada y no podía hablar para decir lo que pensaba, de hecho, era totalmente dependiente, pero caminaba mucho.
Con la enfermedad, al inicio la vieron más nerviosa y acudieron a varios médicos. El hijo que vivía con ella estaba desesperado porque su madre tenía una intranquilidad tremenda. Acudieron a varios tipos de especialistas. Lo que le recomendaban casi siempre eran antipsicóticos que la dejaban o dormida o casi dormida por el día. Caminaba mucho en la calle, y en la casa, buscaba y buscaba al hijo. A veces cada 60 segundos. Le miraba con un cara de «pero estás seguro que estás bien». Luego, no recordaba lo que había hecho y volvía a buscarle. El hijo no podía concentrarse para trabajar, ni para hacer casi nada. Por la noche, era más de lo mismo. Aun así, Carlos no aceptaba ninguna medicación que adormeciera a su madre por el día.
Me pareció un reto tremendo y sinceramente le di más vueltas de lo habitual.
No quería fallarles… habían pasado por mucho.
A pesar que pensé en muchos problemas, lo primero que pensé fue lo más lógico y el único problema que ella tenía:
- Varios efectos secundarios de un antidepresivo que no solemos aconsejar en personas mayores. porque no se metalizan bien por el hígado.
Con este antidepresivo lo que la madre de Carlos tenia era
- intranquilidad,
- insomnio
- parkinsonismo.
- como resultado de ello, se le había agregado varios otros medicamentos para paliar los efectos secundarios del antidepresivo.
Fui retirando poco a poco la medicación que no necesitaba. Creo que tardé unas 4 o 5 visitas en 4 meses. Finalmente, ella solo se quedó con 3 fármacos, que no pudimos retirar.
Y con ello, llegó la tranquilidad. Como me dijo Carlos, «no me importa que venga a verme cada hora a ver si estoy bien. Pero cada 60 segundos era demasiado».
Actualmente la veo cada mes, a veces veo algo en la analítica, a veces hablamos de una buena nutrición, a veces veo temas de la casa (para evitar caídas). A veces tiene dolor porque ha tenido un tropezón o por la artrosis… pero son valoraciones rutinarias. Ella sigue caminando en la calle, «sigue participando» en los deberes de la casa, le hablan como si ella lo entendiera todo… eso le da tranquilidad. Y a mí… la verdad es que me alegra mucho verla cada mes, me alegra muchísimo.
Si te ha gustado la historia «Ejemplo de prescripción inadecuada secundaria a un antidepresivo», comenta o comparte. Te deseo un buen día
Peggy Rios German
Geriatra